Por Jorge García Carnicero
Whatsapp ha sido una de las
aplicaciones móviles que más se ha mimetizado con el entorno de movilidad de la
práctica totalidad de los usuarios de mensajería, haciéndose imprescindible en
muy poco tiempo. Y es que más allá de la propia funcionalidad de mensajería, enviar
mensajes a grupos de usuarios se ha convertido en la forma más habitual de
comunicarse, sobre todo cuando necesitamos un soporte telemático para coordinar
nuestra actividad de la vida real.
El pasado sábado 22 de febrero
Whatsapp sufrió una de las mayores caídas de servicio de su historia, o al
menos la que mayor número de usuarios afecto. Para un gran número de usuarios, logaron
darse cuenta de que el servicio no estaba disponible, alrededor de las 7:30 de
la tarde, perdieron la comunicación con su entorno sin disponer de una
alternativa. Por opciones no será: SMS, Line, Telegram o incluso Facebook o
Google Hangouts, pero no todos los usuarios pensaron en la misma alternativa, y
para establecer una comunicación se necesitan al menos dos personas. Al final
la solución más sencilla es recurrir a la llamada de teléfono.
Más allá de los ataques de pánico
y ansiedad que pudieran haber sufrido algunos usuarios, el análisis de la
pérdida de servicio de Whatsapp desde una perspectiva de continuidad de negocio
debería de hacerse en base a lo que realmente es: un proveedor de
comunicaciones.
No son pocos los autónomos y las
pequeñas y medianas empresas que han empezado a utilizar Whatsapp como canal de
comunicación con sus clientes, haciendo publicidad de su contacto con el
logotipo de la compañía de mensajería. Permite tener una imagen de modernidad y
de cercanía hacia los clientes, ya que normalmente ese logo tiene connotaciones
sentimentales positivas: es el símbolo del contacto con los nuestros en el
móvil, con nuestros familiares y amigos. Sin duda puede ser una muy buena
decisión englobada dentro de las estrategias
de neuromárketing. No entro en si esta práctica está permitida o no por
whatsapp, ya que en su Terms of
Service indica claramente que sólo debe ser utilizado para su uso personal. Allá cada cual con su valoración de riesgos y beneficios,
pero ¿puede realmente considerarse una
herramienta de comunicación corporativa?
Poco a poco aquellos que utilizan
Whatsapp para comunicaciones relacionadas con su actividad profesional se hacen
más dependientes de su servicio, pero nadie les asegura que el servicio vaya a
seguir estando disponible. Es más, en su Terms of Service Whatsapp elude
cualquier tipo de responsabilidad o daños que pueda ocasionar. Esto unido a los
laxos requisitos legales que les aplican los organismos reguladores (CNMC en España), hace que el servicio deba ser
considerado como poco fiable en términos de continuidad de negocio.
Para que esto cambiara, el
servicio debería ser sometido, al menos, a los mismos requisitos regulatorios
que el resto de operadores de telecomunicaciones, pero parece que no estará
contemplado en la nueva ley
general de telecomunicaciones que se está tramitando. Por lo tanto, la
recomendación que deberíamos hacer desde el ámbito de la continuidad de negocio
es la no utilización de Whatsapp (ni Line, ni Telegram, que estarían en la
misma situación) o al menos no utilizarlo como canal principal de comunicación
y siempre teniendo una alternativa accesible.
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